sábado, 27 de junio de 2020

Covid-19


Las circunstancias excepcionales que hemos vivido y seguimos viviendo son terribles. Quizás no somos muy conscientes porque nuestro Gobierno, se ha empeñado en ocultarnos, en connivencia con los medios de comunicación, las imágenes de la tragedia y las cifras reales de lo que la pandemia está suponiendo.

Vivimos, sin duda, momentos muy difíciles para el mundo en general y España en particular. Hemos estado confinados por el ataque del virus Covid-19, que ha traído a la realidad lo que cualquiera hubiera pensado que era el guion de la mejor película apocalíptica de ciencia ficción. Y cuando hemos comenzado a recuperar cierta normalidad, todo hace pensar que, por el comportamiento irracional de muchos que piensan que todo esto es una broma, podemos volver a vivir momentos muy difíciles. Por desgracia el virus no selecciona y afecta a todos. Si sólo atacara a los que actúan de forma incomprensible, a la postre, sería una buena medida de selección natural.

Y es que es, en circunstancias como las actuales, cuando se pone de manifiesto lo peor y lo mejor de la condición humana. Lo peor en todos aquellos que de forma insolidaria han desobedecido las directrices de las autoridades, los que han aprovechado momentos como estos para enriquecerse a costa de la salud y el sufrimiento de los demás y de aquellos que ahora, olvidan las mínimas normas de prudencia y sentido común. Pero también vemos lo mejor y, creo, en mucha mayor medida. Lo hemos vistos en todos esos trabajadores que han salido cada día de sus casas, poniendo en riesgo sus vidas, para permitir que el resto pudiéramos seguir viviendo de forma "casi normal”. En la disciplina y actitud de las fuerzas de seguridad y el ejército que han ayudado y ayudan sin preguntar, incluso a esos que un día pretendían echarlos de sus pueblos y regiones. En la valentía y entrega sin fin de todo ese personal sanitario que ha estado y está en la trinchera, en primera línea de batalla, y lo ha hecho y lo hace con medios escasos y sufriendo la calamitosa gestión de esta crisis. En la generosidad y solidaridad de tanta y tanta gente, de toda condición y edad que aporta lo que puede y como puede.

Cuando Viktor Frankl explicaba en El hombre en busca de sentido”, las diferencias de comportamiento entre los presos del campo de concentración de Auschwitz, decía: “El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser —dentro de los límites de sus facultades y de su entorno— lo tiene que hacer por sí mismo” …. “El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus condiciones, depende cuál de ellas se manifieste”.

Esta epidemia va a costar mucho a todos, la parte menos importante será la económica, de esa podremos recuperarnos. Lo que no recuperaremos serán las vidas de todos aquellos que, luchando y ayudando a los demás, se han quedado y se quedarán en el camino. Creo, que nuestro mejor homenaje a todos ellos será aprender y recobrar mucho de lo bueno que habíamos perdido por nuestras decisiones. Y no olvidar nunca que, como también decía Frankl: ¨los mejores de entre nosotros, no regresaron¨.

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