martes, 13 de julio de 2010

TU ME ACOSTUMBRASTE...


Ayer lunes falleció en Miami Olga Guillot. He recibido la noticia con pena porque era alguien que formaba parte, sobre todo, de mi infancia. Con ella, y gracias los cassettes de mi madre, aprendí a escuchar y amar el Bolero. Sí, así, con mayusculas. Porque para mí, con su manera de interpretar ese tipo de melodías las elevó a una categoría superior.

Su forma de cantar era pura pasión, una fuerza desgarrada nacida en las entrañas, que salía de su boca con una voz poderosa, pero tremendamente sensual, capaz de erizar el vello a cualquiera con una gota de sangre en las venas.

Ella demostró como una canción, puede estar llena de erotismo y provocación sin necesidad de decir ni una sola palabra soez. Puede ser que, los que acostumbrados a escuchar las groserías, guarradas y vulgaridades que innecesariamente incluyen muchos de los cantantes y grupos de ahora, no me lleguen a creer. Solo les digo que prueben a escuchar con detenimiento, saboreando los dejes, los giros, los silencios y las arrancadas de cada estrofa de un par de canciones como "Me muero, me muero" o "Soy lo prohibido". Después que comparen y sean sinceros.

Su presencia llenaba el escenario. Era una mujer rotunda, sin complejos y que siempre defendió su tierra y pregonó su denuncia contra la tiranía que vivian su compatriotas. Como muchos otros, con el corazón destrozado, tuvo que abandonar su país en 1961, dos años después del triunfo de Fidel, desilusionada por una revolución transformada en dicatdura, represión y miseria. A partir de ahí nada se supo de ella en la isla y, por decreto, su voz dejó de sonar en el cielo cubano..., pero ella nunca dejó de amar a Cuba. La prueba es que, hace muy pocos días, dijo que entre los dolores que había pasado en su vida, el mayor había sido el de no poder ver a su país liberado. En concreto sus, por desgracia, premonitorias palabras fueron: "si me muero mañana, el dolor que me llevo en el alma es no ver a Cuba libre..." Sí, le dolía el alma por su tierra. ¡Que bien dirigida a los que mantienen y defienden ese régimen, estaría ahora esa frase que ella descuelga con toda intención en "Puro teatro"!: "...y acuerdate que, según tu punto de vista, yo soy la mala..." No, Olga no era la mala y ahora paseará libremente, pese a quien pese, por el malecón de La Habana.

Querida Olga: Tú me acostumbraste..., tú me acostumbraste a amar el bolero y, sólo por eso, te estoy agradecido. Pero además, siento mucho tu marcha porque con ella acaba una forma inimitable de hacer música y porque, contigo, se me va otro de los recuerdos unidos irrevocablemente a la memoria de mi madre... y cada día me van quedando menos. Descansa en paz.